¡Comer hasta reventar! ¡Qué maravilla! Desde luego, para las personas más glotonas, el mero concepto de “buffet libre de hotel” les hace salivar: panes, carnes, quesos, huevos… y cantidad de otras cosas a su disposición y totalmente gratis. ¡Alguno hasta comerá sin hambre!
Sin embargo, lo que para los más comilones puede ser un paraíso, puede rápidamente convertirse en un infierno para quien debe organizar y, sobre todo, sacar rentabilidad de un buffet libre. Cuando ofrecemos un buffet libre, estamos ofreciendo productos gratuitos a nuestros clientes. ¿Qué quiere decir esto? Que debemos compensar estas “pérdidas” de alguna manera. En este artículo te hemos traído algunos consejos para que gestiones el buffet libre de tu hotel sin arruinarte. ¿Quieres saber cómo? ¡Toma buena nota!
Consejos para gestionar un buffet libre
- El pan. El pan es un alimento que tiene dos propiedades que hacen que sea ideal para un buffet. Por una parte llena mucho y, por otra, es muy barato. Si conseguimos un buen pan haremos que los clientes de nuestro hotel lo consuman en mucha mayor medida que el resto de cosas, con lo que ahorraremos mucho.
- Hazlo premium. Un buffet libre puede, en lugar de estar abierto a todo el mundo, sólo incluido con habitaciones del hotel que son especialmente caras; de tal forma que los costes del buffet queden amortizados por estas reservas de grandes cantidades.
- Estimar el coste. Tanto si incluimos el precio del buffet en el de la habitación como si cobramos una entrada para él, es importante que hagamos un cálculo en función de lo que la gente consume y lo que nos costará. Desde luego, puede haber una o dos personas con las que perdamos dinero, pero no es lo normal. Por muy barato que sea comer, nadie es capaz de comer 8 kilos de carne en una sola comida. Lo importante, aquí, es tener en cuenta el coste e integrarlo.
- Tasar ciertos alimentos. Desde luego, un buffet libre en el que algunos alimentos no son “libres” no es “tan buffet libre”. Sin embargo, ésta es la opción a la que recurren muchos hoteles. Hacer que ciertos platos o alimentos sean de pago mientras que muchos otros – generalmente los más baratos – se ofrecen de forma gratuita con el precio de la entrada.
- Cobrar las bebidas. Otra opción es la de cobrar las bebidas. Es raro que alguien opte por comer sin beber; por lo que poner un precio algo más elevado a las bebidas puede ser una forma de compensar y de equilibrar.
- Pagar lo que dejas. Algún hotel ya lo hace ya. Esta idea, de inspiración ecologista, se basa en que el cliente del hotel debe pagar los alimentos que ha puesto en el plato y no ha consumido. Puede servir como disuasión para que se echen de más (y lo echen a perder) pero, al mismo tiempo, nos permita recuperar algún dinero y hacer que los costes sean menores.